martes, 13 de marzo de 2018

Lucha de largo aliento



Las veces que he visitado una ciudad en Estados Unidos me sorprendo de la accesibilidad universal, prevaleciente en la mayoría de las calles y en el transporte público; es posible y común ver a usuarios de sillas de ruedas motorizadas utilizando el metro sin ningún problema. Al principio pensé que esta situación era fruto del nivel de respeto a las leyes existente en aquel país, pero hace poco descubrí que las personas con discapacidad al igual que otros grupos minoritarios lucharon y lo siguen haciendo para hacer respetar sus derechos y libertades fundamentales en la Unión Americana. 

Ahora se que para desaparecer el transporte público sin las adaptaciones necesarias para usuarios de sillas de ruedas, en los Estados Unidos se necesitó que en 1962 Ed Roberts, un estudiante de ciencias políticas, después de lograr que lo aceptaran en la Universidad de California en Berkeley, empezara organizar junto a otros compañeros con discapacidad el Movimiento de Vida Independiente. El cual utilizando las mismas tácticas de otros movimientos sociales de su época, entre ellas destacaban:  movilizaciones masivas, negociaciones con los órganos gubernamentales y demandas judiciales estratégicas, primero logró que de manera progresiva los distintos niveles de gobierno fueran adecuando las leyes y prácticas administrativas con el objeto de respetar, proteger y promover los derechos fundamentales de la población con discapacidad. Posteriormente el Movimiento de Vida Independiente debido en gran parte al éxito que tuvo se convirtió en referente internacional y en una filosofía para luchar por el respeto de los derechos de las personas con discapacidad, además  sus principios rectores se volvieron la base del actual modelo social, según el cual la discapacidad se debe considerar como un problema principalmente de las sociedades. 

Pienso que Roberts y sus compañeros han de haber experimentado un sentimiento de desesperanza semejante al mío cuando constato que en la sociedad mexicana persisten múltiples barreras físicas y culturales que nos impiden a las personas con discapacidad ejercer y gozar de nuestros derechos. Sin embargo, luchando espero que dentro de cincuenta años las barreras desaparezcan de tal manera que sea común que en mi país al igual que en el resto de América Latina las personas con y sin discapacidad convivan en igualdad de condiciones. 


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