martes, 2 de mayo de 2017

La diplomacia y la política deben evitarlo

En los últimos días hemos visto una escalada de acciones militares por parte de la República democrática de Corea, mejor conocida como Corea del Norte y los Estados Unidos de América (EEUU). Esta escalada ha llamado la atención internacional, sobre todo por el hecho de que Corea del Norte ha hecho pruebas nucleares y de lanzamiento de misiles de mediano alcance a pesar de los múltiples llamados para que cese su programa para desarrollar armas atómicas.

Si bien es cierto que en la actualidad  los líderes de ambos países no son reconocidos por su serenidad, tanto Corea del Norte, como EEUU y sus aliados en la región tienen mucho que perder si se llegara a realizar un ataque con un artefacto nuclear; en el caso de que el ataque lo hiciera el régimen norcoreano estaría firmando su sentencia de muerte, en cuestión de minutos estaría enfrentando una invasión comandada por el que ahora es el ejército más poderoso del mundo. En el caso de que Corea del Norte fuera atacada de una manera preventiva Estados Unidos y sus aliados correrían el riesgo de sufrir en su territorio  una represalia de grandes proporciones, ya sea con armamento nuclear o convencional.

Esta situación se parece a la época de la Guerra Fría, donde existía el concepto de destrucción mutua asegurada; obviamente Corea del Norte no tiene ni la décima parte del poderío militar que llego a poseer la entonces Unión Soviética, pero si cuenta con un ejército capaz de infringir daños considerables inmediatos por lo menos a su vecino del sur.

Por otro lado una intervención militar en Corea del Norte sería costosa económica y políticamente, tomando en cuenta que en los países occidentales la vida de sus efectivos militares es muy valiosa y en una operación de esas características necesariamente se correría el riesgo de sufrir múltiples bajas.


Pienso que la serie de operaciones militares que se han llevado a cabo en la península coreana solo son demostraciones de fuerza, claro que existe el peligro de que suceda lo improbable; la diplomacia y la política deben evitarlo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario