martes, 30 de mayo de 2017

Por una sana cultura de la Discapacidad

De acuerdo con las estadísticas de este blog, cuando abordo temas de política las visitas son menores, que cuando abordo temas relacionados con la discapacidad. Por lo anterior he decidido por el momento enfocar este espacio a los temas de discapacidad hasta que la política recupere algo de su prestigio perdido. 

Las últimas semanas he tenido que salir de mi zona de confort, donde todo mi entorno está adaptado  para cubrir mis necesidades. Pienso que la mayoría de las personas que pertenecemos a un grupo minoritario construimos ambientes seguros en los cuales la gente que nos rodea y con la que nos relacionamos ya no ve nuestras diferencias como la única cosa que nos define. Al salir de nuestro refugio tenemos que enfrentar barreras, desde físicas hasta culturales, que nos dificultan ejercer nuestros derechos y libertades fundamentales.

El día de ayer logré abrir una cuenta de banco, no sin antes ratificar que las personas con discapacidad seguimos siendo un grupo vulnerable; la primera sucursal a la que fui no tenía rampa de acceso para sillas de ruedas, a la encargada le fue imposible romper sus barreras mentales y culturales para tratarme como cualquier otro cliente. Aguante sus actitudes discriminatorias lo suficiente para saber que mi credencial de elector no era la identificación oficial adecuada para abrir una cuenta, porque en el espacio de la firma no tiene mi huella digital. Sabiendo lo anterior acudí a otra sucursal llevando mi pasaporte; esta identificación oficial si está firmada con mi huella, gracias a ello y a la actitud amable del ejecutivo que me atendió pude obtener una cuenta bancaria a mi nombre. 


Hace años en este mismo espacio escribí que en México tener una condición que nos distinga significativamente de la mayoría parecía ser un delito que se castiga con la negación de todos nuestros derechos, pero que los sentimientos de frustración y enojo se pueden convertir en determinación y coraje para luchar por el reconocimiento y el goce pleno de todos nuestros derechos. Hoy mantengo la anterior afirmación y ratifico mi compromiso de promover una sana cultura de la discapacidad libre de prejuicios para alcanzar la inclusión social de las personas con discapacidad y de los demás grupos minoritarios 

martes, 23 de mayo de 2017

Se busca amigo asistente

La semana pasada me fue imposible publicar en este espacio. 

Les cuento que hace alrededor de nueve años las personas que integraban mi red de apoyo decidieron contratar a alguien que me asistiera en mis necesidades básicas y así aliviar un poco el labor pesado que diariamente mi mamá hace para mantenerme en condiciones aceptables. Desde ese entonces he tenido 8 asistentes. Con las primeras personas logré establecer una cercana amistad, gracias a ello el tiempo que trabajaron aquí fue enriquecedor, divertido y gratificante tanto para él y ellas como para mí. Lamentablemente en el último año no he logrado construir una fluida relación con las personas que han aceptado trabajar como mis asistentes, eso provoca que sus empleos duren poco.  Me gusta comer mi desayuno a lado de alguien interesado en mantener una conversación conmigo y no con otra persona a través del celular. 

Pienso que como cualquier fenómeno social mi incapacidad de encontrar a otro amigo asistente se debe a múltiples factores, entre ellos: el avance de las tecnologías de comunicaciones e información  que como alguien dijo: “acerca a los lejanos y aleja a los cercanos”; la prevalencia del enfoque médico y asistencialista de la discapacidad en la sociedad mexicana, que impide a una mayoría de individuos edificar verdaderas amistades con personas con discapacidad, al percibirnos como objetos y no como sujetos; mi propia dificultad para comunicarme y relacionarme con personas que no conozco lo suficiente. 


Los factores descritos en el párrafo anterior junto a otros me hacen difícil pero no imposible encontrar a otra persona dispuesta a asistirme en mis necesidades básicas y al mismo tiempo ofrecerme una sincera amistad.

miércoles, 10 de mayo de 2017

Nuestras mamás

El día de ayer me fue imposible publicar en este espacio. El día de hoy debido a que en mi país, México se celebra el día de las madres, haré un pequeño homenaje a todas las mamás, principalmente a aquellas que les tocó cuidar y educar a una persona con discapacidad. 

Cuando se tiene un hijo o una hija se generan expectativas sociales y personales. Las primeras enfocan su atención en el desarrollo común en la primera infancia (¿Ya camina?).  Las segundas reflejan los deseos particulares (¿Quiero que mi hijo sea bailarín?). Cuando se presenta el fenómeno de la discapacidad durante los primeros años de vidas las madres tienen que reajustar las expectativas que la sociedad y ellas mismas habían colocado sobre sus bebés.

Como la mayoría de las mamás, las nuestras buscan la mejor educación, atención de salud y calidad de vida para sus hijos; para ello tienen que adquirir y aplicar conocimientos pedagógicos, médicos y hasta legales, con una sola meta: lograr que sus hijos seamos felices. La mía obviamente está alcanzando ese objetivo, para ello cumple múltiples roles entre los que destacan: el de enfermera, secretaria, doctora de primer contacto, fisioterapeuta y amiga.


Reitero mi tesis de que las personas con discapacidad probablemente no podemos realizar las tareas cotidianas de una manera convencional, pero las podemos realizar  con las herramientas adecuadas, las cuales seguramente serán y son adquiridas por nuestras familias, particularmente por nuestras mamás. 

martes, 2 de mayo de 2017

La diplomacia y la política deben evitarlo

En los últimos días hemos visto una escalada de acciones militares por parte de la República democrática de Corea, mejor conocida como Corea del Norte y los Estados Unidos de América (EEUU). Esta escalada ha llamado la atención internacional, sobre todo por el hecho de que Corea del Norte ha hecho pruebas nucleares y de lanzamiento de misiles de mediano alcance a pesar de los múltiples llamados para que cese su programa para desarrollar armas atómicas.

Si bien es cierto que en la actualidad  los líderes de ambos países no son reconocidos por su serenidad, tanto Corea del Norte, como EEUU y sus aliados en la región tienen mucho que perder si se llegara a realizar un ataque con un artefacto nuclear; en el caso de que el ataque lo hiciera el régimen norcoreano estaría firmando su sentencia de muerte, en cuestión de minutos estaría enfrentando una invasión comandada por el que ahora es el ejército más poderoso del mundo. En el caso de que Corea del Norte fuera atacada de una manera preventiva Estados Unidos y sus aliados correrían el riesgo de sufrir en su territorio  una represalia de grandes proporciones, ya sea con armamento nuclear o convencional.

Esta situación se parece a la época de la Guerra Fría, donde existía el concepto de destrucción mutua asegurada; obviamente Corea del Norte no tiene ni la décima parte del poderío militar que llego a poseer la entonces Unión Soviética, pero si cuenta con un ejército capaz de infringir daños considerables inmediatos por lo menos a su vecino del sur.

Por otro lado una intervención militar en Corea del Norte sería costosa económica y políticamente, tomando en cuenta que en los países occidentales la vida de sus efectivos militares es muy valiosa y en una operación de esas características necesariamente se correría el riesgo de sufrir múltiples bajas.


Pienso que la serie de operaciones militares que se han llevado a cabo en la península coreana solo son demostraciones de fuerza, claro que existe el peligro de que suceda lo improbable; la diplomacia y la política deben evitarlo.