La semana pasada atravesé todas las etapas del duelo, porque creí perdido algo que anhelaba. El día que pasaba por la ira Pati —así le digo a mi mamá— me dio de comer un guiso al que le denominé: limón con carne, en vez de carne con limón, minutos después de ingerirlo empecé a sentir un dolor tan intenso en el estómago que comencé a prepararme psicológicamente para acudir a un centro hospitalario, donde probablemente sería internado por un cuadro de gastritis aguda. Sin embargo, seguí mi protocolo; le pedí a mi asistente una tableta de raditidina, la cual no me hizo efecto, cuando le hice saber a Pati que quería ir al hospital respondió: "NO, NO te voy a llevar porque va a llover y ya vez como se inunda Guadalajara, aguántate, yo se como duele, mira hasta tienes los labios blancos, mejor vamos a ver una película en netflix hasta que se te pase”, tuve que solicitar la intervención del espíritu de mi abuelo, el cual iluminó a su hija haciéndola recordar que en el botiquín había omeprazol. La cápsula me fue proporcionada con su debida dosis de misticismo materno: “cada granito que hay aquí es milagroso, en el momento que se libere uno vas a sentir un gran alivio”, efectivamente, pocos minutos después ya estaba curado y listo para trabajar.
Por razones técnicas publicaré esta entrada tanto en mi perfil público de Facebook (Matias Santiago Alaniz, https://es-la.facebook.com/AlzMatias/) como en este espacio.
Que bueno que no perdiste, lo que pensaste haber perdido. Nada mejor que invocar la memoria de Chief. Buena semana!
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