Sociologos, antropólogos, economistas y demás estudiosos de los acontecimientos de la vida pública, aún estamos tratando de brindar explicaciones lógicas, científicamente sustentadas sobre los inesperados resultados electorales que han puesto en entredicho los fundamentos de los actuales sistemas democráticos occidentales.
La serie de eventos sorpresivos inició con el fenómeno denominado Brexit, derivado de una decisión del entonces primer ministro inglés David Cameron, quien convoco a un referéndum para que fuera el pueblo británico el que definiera si su país se mantenía o no dentro de la Unión Europea. Esta convocatorio se anunció en 2013, cuando la llegada de personas en busca de asilo no era visto como un problema, por lo que en un principio este referéndum fue considerado como una maniobra política de Cameron, para obtener el apoyo del sector más conservador de la sociedad inglesa, haciéndolo creer que él sí tomaría en cuenta su opinión. La crisis humanitaria provocada por la guerra civil en Siria junto con otros factores provoco el surgimiento de liderazgos conservadores radicales que comenzaron una campaña a favor de que Gran Bretaña dejara de pertenecer a Europa; prácticamente toda la clase política tradicional inglesa se unió en los últimos días antes del proceso electoral para apoyar la prevalencia en la Unión Europea. A pesar de ello, lo improbable sucedió una mayoría de votantes optó por que su nación se divorciara del viejo continente.
Estábamos asimilando la noticia del Brexit y de nuevo lo improbable sucedió: esta vez en Colombia una mayoría voto por rechazar los acuerdos de paz que su gobierno había firmado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), poniendo así en peligro una conclusión pacífica del conflicto más antiguo de Latinoamérica. El presidente de Colombia Juan Manuel Santos logró que las FARC aceptaran unos pequeños cambios al acuerdo original y así poder decir que se escuchó las principales demandas de los partidarios del NO y consiguió que el Congreso avalara un nuevo acuerdo de paz.
Los dos anteriores sucesos se dieron en el marco de la contienda electoral por la presidencia de los Estados Unidos, provocaron que algunos analistas y científicos sociales aceptaran que las encuestas de intención de voto habían dejado de ser tan confiables; que algunos votantes estaban utilizando su sufragio para castigar a los integrantes de la clase política tradicional; que las campañas negativas eran demasiado efectivas, y que lo improbable no era imposible. Debido a lo anterior el triunfo de Donald no nos debió tomar por sorpresa.
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