Como lo prometí en esta ocasión abordaré la crisis que experimenta el Partido de la Revolución democrática (PRD). Esta agrupación política, desde su creación en 1989, era el referente principal de la izquierda mexicana; su declive inició en el 2012 al no poder manejar adecuadamente las consecuencias de su derrota en las elecciones presidenciales de ese año. Su figura emblemática Andrés Manuel López Obrador se separó formalmente de sus filas para crear su propio partido político. El grupo que quedó al mando decidió que el PRD formaría parte de un acuerdo político, llamado “Pacto por México”, dicha decisión provocó fisuras entre la dirigencia del partido y algunos líderes morales que no estaban de acuerdo con la nueva línea política del partido.
Poco a poco la mayoría de los líderes morales y fundadores del PRD fueron renunciando a su militancia. Simultáneamente López Obrador reclutaba personal para su nuevo proyecto político, el cual una vez con el reconocimiento oficial como partido se convirtió en una opción atractiva para perredistas descontentos.
Ante la salida constante de militantes y otros eventos críticos, el PRD ha cambiado en tres ocasiones a su dirigencia, actualmente su presidenta nacional es Alejandra Barrales que fue propuesta por el jefe de gobierno de la Ciudad de México que ni si quiera es militante.
El pasado 8 de marzo Barrales anunció la decisión de remover al líder de la bancada del PRD en el Senado de la República Miguel Barbosa, debido a que sugirió la posibilidad de aliarse con el partido de López Obrador. El senador Barbosa declaró que la dirigencia del partido no lo podía quitar de su cargo; según las reglas bajo las que fue nombrado sus compañeros de bancada eran los únicos con la facultad de removerlo. La dirigencia perredista le respondió que las reglas ya habían cambiado, además gran parte de sus compañeros de bancada ya habían renunciado a su filiación partidista. Finalmente aceptó separarse de su puesto como coordinador parlamentario.
En mi opinión el PRD se encuentra en una crisis existencial, debido a la cual corre el riesgo de convertirse en otro pequeño partido dejándole su lugar al partido de López Obrador, como el referente principal de la izquierda en México. Lo anterior es una lastima para las personas que deseamos apoyar a un proyecto de izquierda moderada, incluyente y progresista.
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