martes, 29 de noviembre de 2016

Futurible

El título de está entrada se refiere a una técnica para pensar posibles condiciones o escenarios y así diseñar estrategias para lograr que se concrete el escenario deseado, o bien prepararse para enfrentar los escenarios menos favorables. 
 Aparentemente el gobierno mexicano ante la eminente llegada de Donald a la oficina Oval, está estableciendo estrategias basadas en un único escenario posible, donde el próximo presidente estadounidense controle o sea obligado a olvidar sus impulsos racistas y nacionalistas tan peligrosos  para el bienestar de millones de mexicanos que viven en ambos lados de la frontera y para la economía mexicana. Para que este escenario se pudiera hacer realidad sería necesario que las empresas, organizaciones no gubernamentales y otros actores de la política estadounidense ejerzan una fuerte y constante presión que orille a Donald a no cumplir con sus promesas de campaña antimexicanas.

Otro posible escenario es que el nuevo inquilino de la Casa Blanca junto a su equipo de conservadores radicales intenten cumplir por lo menos algunas medidas para satisfacer a las personas que lo eligieron. Una de estas medidas puede concretarse con una deportación masiva de personas indocumentadas.

El escenario menos favorable para México tendría lugar si el próximo presidente de los Estados Unidos pudiera materializar las tres promesas de campaña antimexicanas: la construcción de un “hermoso” muro en la frontera pagado con recursos mexicanos, la renegociación o derogación del Tratado de Libre Comercio de America del Norte y la deportación de por lo menos 3 millones de personas indocumentadas con cualquier antecedente penal.

En mi opinión el gobierno mexicano puede y debe estar preparado para enfrentar por lo menos los tres escenarios aquí esbozados, de lo contrario el futuro nos va alcanzar aunque se siga apostando que algo que se ve como pato, camina como pato, habla como pato, no es un pato. 





martes, 22 de noviembre de 2016

Ni lisiados, ni discapacitados

Lisiado, con capacidades diferentes, con necesidades especiales, especial y discapacitado son algunos de los adjetivos que la gente utiliza para referirse a mi condición de vida. De acuerdo con La Organización de Naciones Unidas el término correcto es “persona con discapacidad”. Sé que las palabras y términos en la cotidianidad pueden parecer poco importantes, pero las palabras sí importan, debido  a que funcionan para nombrar conceptos, los cuales a su vez afectan nuestro comportamiento y actitudes.

Algunos de los adjetivos con los que inicié está entrada pueden ser utilizados como insultos ejemplo: “lisiado”, otros en mi opinión parecen pensados para maquillar la realidad ejemplo: “con capacidades diferentes”. Las personas con discapacidad  no podemos volar ni ver a través de los muros, por lo tanto no tenemos capacidades distintas aunque en ocasiones lo aparentamos, tampoco tenemos necesidades especiales, si bien alguno de nosotros tenemos que cubrir nuestros requerimientos básicos de una manera distinta; ello no quiere decir que necesitemos respirar helio en vez de oxígeno ni tomar éter en vez de agua.

Una de las razones fundamentales por las que se empezó a utilizar el término de persona con discapacidad en lugar de discapacitado fue porque el segundo no ayudaba a reconocernos como personas con derechos y obligaciones; el término discapacitado se limita a resaltar y poner por encima una de nuestras características que nos hacen seres únicos e irrepetibles al igual que todas las personas que cohabitamos este planeta.

Dentro de 15 días espero poder escribir en este espacio, sobre los prejuicios hacia la discapacidad  prevalecientes  en muestras sociedades.  

martes, 15 de noviembre de 2016

Y Sin embargo ganó

Hace 7 días a está hora empecé a seguir por internet la cobertura que distintos medios de comunicación le dieron a la jornada electoral estadounidense. Los primeros resultados no desafiaban   a las múltiples proyecciones que le daban la victoria a la candidata demócrata Hillary Clinton. En ese momento era imposible pensar que el candidato republicano, habiendo roto prácticamente todas las reglas no escritas de lo políticamente correcto, llegaría a derrotar a su contrincante, y sin embargo, conforme la noche avanzaba, los politólogos y demás analistas de la vida pública, tuvimos que comenzar a pensar posibles explicaciones para lo inexplicable.
Como todo fenómeno social el triunfo de Donald tiene múltiples causas, entre ellas destacan: su discurso antisistema construido con ideas simples; el descontento de un gran sector estadounidense,  que se siente amenazado por las crecientes minorías étnicas; la falta de carisma de su contrincante;  su profundo conocimiento de la mercadotecnia y del manejo de los medios de comunicación masiva. Gracias a estos y a otros factores el presidente electo de los Estados Unidos es un hombre que ha manifestado ideas racistas, misóginas, ultraconservadoras y con reflejos autoritarios. 
Ante está nueva realidad algunos analistas sostienen que el sistema político estadounidense es tan sólido que puede contener e incluso neutralizar los impulsos y ocurrencias de Donald. Otros analistas argumentan que Donald puede destruir la democracia moderna más poderosa del mundo y convertirse en la nueva versión de Hitler.

En mi opinión, lo que ha logrado Donald es volver a legitimar el racismo dentro de la sociedad estadounidense, gracias a lo anterior Donald puede decir “no respeto ni respetaré los derechos de la minoría, y sin embargo, gané”