miércoles, 8 de enero de 2014

Me lleva la fregada

Acabo de regresar del sur de California, donde pase las fiestas de fin de año. Mi país me recibió con claras muestras de que, todavía falta mucho para lograr una nación incluyente, en la cual las personas con discapacidad podamos realizar cualquier cosa fácilmente, como utilizar los servicios públicos sin barreras físicas cuyo diseño y construcción en ocasiones parece ideado únicamente para evitarnos el ingreso a nuestros hogares. Un ejemplo de lo anterior me sucedió cuando arrive al aeropuerto internacional de Guadalajara; el primer oficial anunció que debido a las obras de remodelación los usuarios de sillas de ruedas no podíamos utilizar el gusano para descender de la aeronave en ese momento empezó mi enojó, que fue en aumento a medida de que los protocolos de la aerolínea estadounidense interactuaban con la torpe y nada incluyente burocracia mexicana, para definir como me bajarían del avión. A pesar de que mi asistente repitió una y otra vez, que yo necesitaba mi silla especial termine pasando migración agarrandome  como podía de una silla que no era la mía. Y todo eso pasó porque las autoridades  encargadas del aeropuerto permitieron que las reformas entraran en operación sin que los elevadores para sillas de ruedas estuvieran listos.